miércoles, 11 de febrero de 2009

Axioma N° 13: En toda cena importante hay problemas de origen cósmico.

Sí, hay que blanquearlo.

Les presento uno de los axiomas menos discutibles y de lógica innegable que escribí.
¿Por qué digo esto? Porque no conozco a nadie que haya superado una cena “importante” exitosamente sin pasar, aunque sea, por uno de estos incidentes.

Y en esta última afirmación es muy importante la palabra “IMPORTANTE” (valga la redundancia). Porque si estás en una cena con amigos o familiares, vaya y pase, pero cuando la cena se realiza con un propósito en particular, el axioma se cumple al pie de la letra.

Léase por cena importante:
· Almuerzo con tu futuro jefe (entrevista laboral).
· Cena con tus nuevos compañeros de laburo (15 días desde que empezaste a laburar).
· Salida con un/a chica/o que invitaste a tomar algo.

¡Es así nomás! En el preciso momento de concretarse el acontecimiento, se alinean los planetas, Mercurio se ubica en la casa de Acuario, pasa el cometa Halley, hay una explosión solar y además, tu cuerpo dice: “a este loco le voy a hacer la vida imposible”. De esta manera está todo preparado para lo que viene.

Pongamos como ejemplo para el desarrollo del axioma la “salida con una chica a tomar algo”.

Llegás al bar (o a donde sea, porque a los fines axiomáticos, el lugar físico es lo de menos).
Saludás a la chica y le hacés las preguntas de rigor (¿cómo estás? ¿trabajaste? ¿hacés salto bungee? ¿te gusta Village People?).
Luego de estas formalidades, se avecina el 1° problema:

“ELEGIR EL LUGAR”

¿Dónde nos sentamos?
Ya lo dijiste y desataste un cataclismo cósmico. Entran en juego cosas que no manejás. Empezás a perder el control de la situación. Y en realidad, el axioma es tan perfecto matemáticamente hablando, que de las 4 opciones que hay, ninguna te conviene, porque:
1) Te sentás adentro + bar con 45 hornos pizzeros + calefactor = CALOR
2) Te sentás afuera + ola polar (debido al derretimiento del polo) = FRIO
3) Te sentás adentro + dueña del bar con menopausia + el aire acondicionado en -5°C = FRIO
4) Te sentás afuera + pleno verano + Capital Federal + cemento nuevo que puso Macri + 1 tipo que te fuma al lado = CALOR

Bien. Asumiendo que tenemos chuchos de frio o golpes de calor, por lo menos estamos sentados al momento de que llegue el 2° gran inconveniente de este axioma:
“LLAMAR AL MOZO”

Acá nos encontramos con una serie de acontecimientos increíbles. Hasta me atrevería a decir que es un posible sub-axioma ya que: “Más importante es la cena, más estúpido es el mozo”. A esta relación directamente proporcional no hay con qué darle.
Y empieza la maratón, que sería más o menos así:
  • Lo mirás y no te mira
  • Te mira y no te ve (que no es lo mismo)
  • Te ve y se hace el pelotudo
  • Te ve de vuelta, te clava la vista y no te da bola
  • Te da bola y te hace señas de que lo esperes 1 minuto (aunque no hay nadie en el bar)
  • Le das 1 minuto y se toma 3 preciados minutos
  • Pasan los 3 preciados minutos y… NO VIENE
  • Te parás y ahí viene
  • Lo mirás (con ira en los ojos) y te sonríe
  • Le pedís café o cerveza (depende de la manera en como resolviste el problema n° 1), supongamos Cerveza y te ofrece: Warsteiner (impronunciable así que no la pedís), Palermo o Liberty.
  • ¿Palermo de litro tenés? y asiente con la cabeza
  • Por descarte pedís Palermo (con algo de náuseas) y asiente con la cabeza
  • Lo frenás, pedís papitas y asiente con la cabeza (para ese momento ya pensás que es un tic nervioso, pobre tipo)
  • Se va y respirás aliviado (aunque con las náuseas por pedir Palermo)
  • No viene y empezás a transpirar (+ náuseas)
  • Sigue sin venir y puteas (+ náuseas + transpiración)
  • Se asoma por la ventana y pensás en matarlo
  • Pregunta si era una Palermo y le movés la cabeza para arriba y abajo 2 veces
  • La trae y le agradecés como todo un señor
  • Se va y se olvidó de destaparla
  • Lo chistás y no te escucha
  • Le gritás y te mira ofendido
  • Le hacés señas de que está tapada, viene y mira con la cara del gato de Shrek (pero no a vos, a la mina que está con vos, ¡TRAICIÓN!)
  • Se va y le decís: “Flaco, y las papitas?”
  • “Ya salen” te dice y se va (pero que hijo de mil, papitas le pediste, no un pollo al verdeo)
  • Trae las papitas y te tomás 2 vasos seguidos de Palermo para bajar la calentura (a todo esto, la chica ya te tiene un miedo increíble)

Y así termina el tema “mozo”, aunque lo ves que te espía por la ventana y se le mueven los labios, tal vez, hechándote una puteada memorable. No le das pelota y empezás de nuevo la charla.

Está todo bien, pasan 15 minutos de relajación, cuando de repente, un nuevo enemigo hace su entrada triunfal y no hay forma de advertirlo. El 3° problema del axioma:

“EL INFLADOR”

Es un segundo, donde estás confiado y contento con la charla, donde justo la chica te cuenta de su operación de amígdalas, cuando vos apoyás el vaso en la mesa y… ¡Bfffff!
Pasan varias cosas juntas producto de la acción de un hoyo negro en la constelación de Orión, a saber:

  • Se te inflaron los cachetes tremendamente
  • Tu cabeza se movió 2 mm por el sacudón
  • Fue suficiente como para que la srta. haga un silencio abrumador y te haga saber que se dio cuenta de que tuviste un provechito.

Ponés cara de poker y la mirás con ojos de…
“dale, no te hagás, estamos tomando una birra, ¿nunca te pasó?”.
Y sabés internamente, que perdiste el 35% de credibilidad (o más si la chica no bebe alcohol).

No se sabe cómo, pero la charla sigue y… sin dejarte recuperar, aparece el 4° problema de este axioma. Un asesino despiadado, silencioso y torturador:

“EL MEO” (alias PIS ó PICHÍ).

Lentamente la vejiga crece. Empezás a ver nublado. Parece que te pusieron el pedal de un bombo de batería en la pierna derecha y no podés dejarla quieta.

No la querés interrumpir, mientras te cuenta que en cuarto grado le escondió una cartuchera de Pocahontas a una compañera de banco. Pero no lo soportás más y le decís (con una voz finita como si te hubieses tragado el aire de un globo):
“Disculpame, paso al baño un segundito”.
Y escuchás lo peor que podías escuchar:
“Ay, sí, yo también tenía ganas, voy primero”.

Nooooooooo! La re p….. madre. Andá pero traeme una palangana.

Se levanta y entra al bar, vos estás doblado, aflojás el cinturón, te ponés amarillo y para colmo cuando ella pasa por al lado del mozo el muy turro le dice algo. ¡LO MATAS! Peor, ella se ríe. ¡LO AHORCAS, LO RESUCITAS Y LO CAGAS A TIROS! (pero antes el pis).

No sabés si correr hasta el árbol de la esquina o mearlo al mozo. Pero como un duque te aguantás. Para colmo, la mina, en lugar de vejiga tenía una ubre. ¿Cuánto vas a tardar nena? –pensas.

Allá viene. Caminando. Tranquila. A paso de hormiga. Llega a la mesa. Y antes de saltar del dolor, la mirás, te mira y notás que está: maquillada, peinada diferente, con lápiz labial nuevito y fresca como una lechuga.
Te querés matar y pensás: “Tengo 3 litros para destilar y vos te producís, gracias eh!”.

Te reís de los nervios y enfilás para el baño. Rogando que el mozo te diga algo, así lo meas. Pero no! El mal llevado no dice nada, ni siquiera te miró de reojo. Llegás. ¡VICTORIA! Parecés el Guasón. De oreja a oreja la sonrisa, mientras debajo hay una lluvia de color y placer. Es uno de los pocos momentos donde sos feliz y te olvidás del mundo, los astros, el mozo, la mina y la vida en general. Además de la Palermo por supuesto.

Volvés. Alegre y con 3 litros menos. Hasta parece que todo puede mejorar. Un ratito más de charla y llegan las hermosas palabras: “Bueno, ya es tarde, ¿vamos?”. OOOOBVIO que vamos. Ya mismo. Mirá como me levanto. Pero antes...

Llamás al mozo (ahora viene rápido el basura). Le pagás y te vas piola. Despedís en la esquina a la chica, que se sube a un taxi y te hace burla con los cachetes, emulando a tu precioso provechito. Entonces, te deja la tranquilidad, que del todo no la embarraste.

Hacés 25 metros caminando, te tocás el bolsillo y… ¡MIERDA! (no caca), sino MIERDA de… ¡LA PUCHA! (me explico?). No tenés el celular. Corrés al bar como loco. Le preguntás a tu nuevo amigo (el mozo), mirás debajo de la mesa, en la silla. Ultima chance: el toilette (qué fino estoy hoy!). Entrás y… ¡Nada!

Ahí caes en la cuenta de que nada en la vida es gratis. Hacía 15 minutos que habías entrado al mismo baño y eras el tipo más feliz del mundo. Pero en ese momento donde te olvidaste del mundo… también te olvidaste del celular.

Te retirás triste, con el rabo entre las patas, mirando de reojo al mozo (ex amigo) y con la esperanza de que suene tu ringtone (el de Alf) desde su chalequito color marrón. Pero no. Te vas re caliente y pensando que el muy vivo seguro que lo puso en vibrador. Más mala sangre.

Y es así. Todo esto no puede serle atribuido a la falta de suerte. Son muchos factores aleatorios que aparecen y que nos muestra como el universo conspira contra nosotros. Por eso mismo, cada vez que tengan una cena importante no se preocupen, porque...

Todo va a salir mal, horriblemente mal.

Pero la culpa no es de ustedes, sino del cosmos y sus misterios. Ojo al piojo y limón a la ensalada.

Bueno, me voy a comprar un celular. Suerte.

Ma bien!